lunes, 29 de marzo de 2010

1)Comienzo de Clases.

Hoy voy a tratar el tema del temido” Comienzo de clases”. Por lo menos temido por mí, motivos que no vienen al caso.

Aunque me fastidió mucho ese asunto de que es fines de Enero y los supermercados y librerías ponen letreros enormes, con letra proporcional al tamaño del cartel que dicen “¡¡¡¡EMPIEZAN LAS CLASES!!!” aunque falte un mes y medio, yo puse mi mejor cara, suspiré y dije: “Genial, primer día de clases”, también uno de los últimos de mi secundaria. Agus me iba a pasar a buscar con Cande en su auto nuevo, obviamente, me levanté tempranísimo para planchar y ver qué me hacía en el desastre que tengo por pelo. Hice todo apuradísima, emocionadísima, y sobre todo nerviosísima, me había sobrado tiempo, obviamente, de hacer todo tan rápido. Ése día estaba muy “pila”. Con el tiempo que me sobró usé la computadora un rato, revisé Facebook esperando encontrar alguna notificación fugaz del día anterior, pero fue sólo una pérdida de tiempo, obviamente, no había nada interesante, solamente un comentario de Agustina a una publicación que hizo la noche anterior cuando me fui a dormir “TEMPRANO” (2 de la mañana y así y todo estaba con todas las pilas puestas). Ya, habiendo nada que hacer en ésa patética red social que está de “moda”, si, patética, realmente la putié cuando consideré que no había nada que pudiera hacerme perder el tiempo, me resigné y decidí ir a esperar al living. Me senté en el sillón y esperé mirando al techo a que la bocina del auto de la mamá de Agustina sonara. Esos minutos se me hicieron ETERNOS sin duda alguna.

En eso, después de la tortura china de tener que esperar algo que pensás que no va a llegar nunca, suena bocina. Me levanto del sillón de un salto y a zancadas voy hacia la puerta, le digo a mi hermano que me cierre, abrazo a Agustina y me meto en el auto. Pasamos por la casa de Cande a no más de 5 cuadras de mi casa, le toca bocina, sale Cande, saluda y nos dirigimos a la velocidad de la luz al colegio (En realidad no fue a la velocidad de la luz, pero me gusta fantasear con que no hay límites de velocidad para los autos, ojala algún día pudiéramos viajar a la velocidad de la luz).

Cuando bajamos del auto te das cuenta que estas en uno de esos momentos en los que no ves a nadie, absolutamente a nadie amigo, o por lo menos a lo que hipócritamente llamamos conocido, te dan ganas de agarrarte con manos y uñas de la ropa al primer conocido que pase con tal de no quedar como un estúpido que está solo en el patio, que por cierto, está plagado de grupos de gente los cuales SI son amigos y están juntos porque se pudieron, posiblemente, divisar a lo lejos desde que entró por la puerta. A veces pensás, que horror sería llegar temprano, o sea, llegás primero, un verdadero H O R R O R. No me gusta la soledad, le tengo mucho miedo a quedarme sola y la mayoría de las veces llego tarde a todos lados por eso, afortunadamente hay mucha gente que no tiene el mismo miedo que yo y siempre va a estar el “boludo que llega primero”, si sos uno de esos, desde el fondo de mi corazón te compadezco. […]

Por ahora estoy considerando dejarlo ahí, en un “TO BE CONTINUED” hasta que sienta que tengo ganas de hablar de nuevo de ÉSE tema en especial.

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