sábado, 23 de mayo de 2009

—Ayer, cuando te toqué, estabas tan... vacilante, tan cautelosa. Y todo sigue igual. Necesito saber por qué. ¿Acaso ya es demasiado tarde? ¿Quizá te he hecho demasiado daño? ¿Es porque has cambiado, como yo te pedí que hicieras? Eso sería... bastante justo.
No protestaré contra tu decisión. Así que no intentes no herir mis sentimientos, por favor; sólo
dime ahora si todavía puedes quererme o no, después de todo lo que te he hecho. ¿Puedes?
—murmuró.

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