sábado, 14 de junio de 2008

Con sus sonrisas claramente disimuladas, miradas arrastradas caen sobre el piso, y en ese lapso se desarman sus caras desatando tormentas de silencio sobre el manto que cubre el área de atención y cuando te das cuenta te estás ahogando en ese mar que ellos hicieron para poder arrastrarte a al lamento de lo sucedido, luego la mujer se disculpa y suelta una última lágrima sobre el mostrador debastada.

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